11 de abril de 2011

La Ausencia de Annia.



¿Te acuerdas de ese ímpetu de escribir que te invadía al verlas deslizar sus bolígrafos sobre sus libretas a la vez que sorbían de sus tazas, ese café tan ansiado en una mañana lluviosa de Febrero?

Esas miradas de complicidad entre ellas fueron las que hicieron que tomaras un cuaderno cualquiera y le pusieses un nombre invisible, donde guardar tus rimas y pensamientos, a la vez que te abrías paso a su mundo, donde te acogieron con una sonrisa cálida.
Las primeras lineas fueron difíciles, por las cuales solo dabas vueltas a la punta de ese bolígrafo desgastado que estaba en el fondo del estuche, que no recordabas haber visto, pero que a tus ojos era valido para tu objetivo.
Llegada a este punto, teniendo ya el material y el comienzo de ese escrito, ¿que es lo que faltaba? ¿por que ellas tienen esa facilidad en la muñeca y la tuya quedaba atorada en menos de dos frases escritas?.
Entonces levantaste la vista y vistes a Maia con ese brillo en lo ojos, brillo que te indicaba que estaba usando toda su fuerza para no llorar ante vosotras, pero por mucha fuerza que tuviera, una de esas lagrimas que estaba haciendo cola, se escapo de su ojo, bajando por la mejilla y acabando en su hoja de papel, emborronando la tinta, seguida de la mano de Nora que la acogió entre sus brazos para consolarla.
¡Eso es! y como por arte de magia, del lugar más escondido de tu mente salio un puente que cruzaba tu corazón con dirección a tu mano derecha, y surgió, surgió esa chispa que faltaba, llamada inspiración, que nunca antes habías experimentado y que te producía esa sensación de paz al ver tu creación terminada y poder enseñársela a tus críticas.

Monotonía... es lo que siento, al pasarme por esa ventana que abriste hacía tu cuaderno y que desde el 16 de Febrero no ha vuelto a cambiar.


10 de abril de 2011

La Melancolía de Nora.


Solo sonaron respuestas no esperadas por una ansiosa oyente; entre tantas risas, miradas y murmullos sin compresión que se agolpaban a las puertas de sus tímpanos zumbantes por el volumen de la música. Aun así el dolor no remite, no la deja descansar en paz, hubiese preferido que le hubiese tratado mal, que no hubiese tenido compresión con ella, en definitiva, que la destrozara. Pero para sorpresa de ese corazón melancólico, recibió mas muestras de cariño de las que su propia razón pudo asimilar, haciéndola caer en esa espiral de sentimientos antiguos que ella había tardado tanto en enterrar y que ahora con el solo destello que surgía de los ojos del chaval trataban de aflorar a la fuerza. Solo hicieron falta una par de monosílabos y una frase compuesta por dos de las palabras mas deseadas por el oído de una chica, para que Nora se deshiciese en lágrimas. Lágrimas de impotencia por tenerlo tan cerca pero tan lejos, ala vez, por haber escuchado lo que tanto deseaba oír pero sin final feliz, por haberle pedido un gesto que hace tiempo tenían pendiente y que durara tan poco.


- ¿Te acuerdas de donde nos vimos por ultima vez?

- Si.

- ¿Te acuerdas que no nos miramos a la cara ni nos despedimos?

- Si.

- ¿Te puedo pedir una favor?

- Si.

- ¿Me podrías dar lo que en ese momento no me atreví a pedirte?

- …

- …


En fin, todo quedo en una franja de tiempo menor a la de una hora, en un rincón insospechable, entre dos corazones dolidos que cuidaban sus palabras para no herir al otro, tratándose de explicar ala vez que escuchaban…