20 de junio de 2011

Kin'yōbi 17.


El frescor de la mañana se cuela por mi ventana un día mas, a eso de las 6 de la mañana mi cuerpo empieza a enfriarse, inconscientemente mi mano derecha busca las sabanas y al hallarlas y arroparme mi nariz detecta un olor familiar, no sabría determinas si ese olor estaba realmente en la sabanas o mi nariz lo ha recordado por que si, haciendo que mi mente asta ahora inactiva empezase a soñar, a recordar esa noche que se izo tan breve entre tus brazos sin malicia tratando de proteger mi cuerpo del frió.

Las horas pasaban en la puerta de un bar, temas variados de conversación, algún que otro saludo a amigos que pasaban por esa misma calle, y… no se como explicarlo ese momento en el que me emocionaste con palabras de amistad hacia mi alma gemela y a mí, que seguido de un abrazo hizo que algo en lo mas profundo de mi despertase, algo que creía pasajero y solo un capricho, con un solo gesto se ha iluminado otra vez.

Me di cuenta demasiado tarde, cuando ya estaba agarrada a ti y pude sentir como tu cabeza reposaba en mi hombro derecho y a la vez tu respiración hacia que la piel de mi cuerpo reaccionase y con el solo tacto de tus labios sin intención alguna de nada, rozaron mi cuello, en ese momento me arrepentí de todo, de no haber esperado mas, de no haber insistido tiempo atrás, me di cuenta de que me di por vencida demasiado pronto.

Y por miedo a un nuevo rechazo solo consumí abrazos de amistad esa noche, se me paso por la cabeza haberte dicho algo con relación a mis sentimientos, pero la cobardía se adueño de mi.

En esos momentos en que tu mente toma conciencia tras haber estado durmiendo y tu cuerpo no responde todavía, en ese justo momento, la cama se me ha hecho inmensa, todo lo inmensa que pueda tu imaginación alargar una cama de 90x1’80.